09/07/2021Generales
El Salón de la Jura, en donde se declaró la Independencia, se conserva en estado original.
El Salón de la Jura, en donde se declaró la Independencia, se conserva en estado original. De sus paredes cuelgan los retratos de los integrantes del Congreso de Tucumán junto a la mesa y los sillones que se usaron en la firma del documento independentista.
La arquitectura es mucho más que la constitución de edificios. Es la materia palpable donde los acontecimientos adquieren transcendencia siendo así la testigo primaria de la historia. La antigua casona en la que se declaró la Independencia de las Provincias Unidas de Sud América, el 9 de julio de 1816 fue construida a fines del siglo XVIII y sufrió modificaciones a lo largo del tiempo.
El Salón de la Jura, en donde se declaró la Independencia, se conserva en estado original. De sus paredes cuelgan los retratos de los integrantes del Congreso de Tucumán junto a la mesa y los sillones que se usaron en la firma del documento independentista. Además, el museo cuenta con cuatro patios, un aljibe y árboles autóctonos de la región. En 1941, la casa fue declarada Monumento Histórico Nacional y se convirtió en museo en 1943.
Imagen que nos construye
Hace más de 100 años, en la puerta de lo que hoy es la Casa Histórica de la Independencia, un fotógrafo italiano retrató a su hijo junto al conductor de un carro que llevaba su laboratorio ambulante. Ángel Paganelli era su nombre y nunca imaginó que esa instantánea sería la única que se conservaría de la fachada original de la casa. Gracias a esa foto el arquitecto Mario José Buschiazzo pudo reconstruir, un siglo después, la fachada original de la casa donde se declaró la Independencia.
Buschiezzo, quien también estuvo a cargo de la puesta en valor del Cabildo de Salta y Buenos Aires, pudiera en 1942 comenzó las obras de remodelación de la Casa Histórica guiado por una copia de la imagen de Paganelli y algunos antiguos planos. “Sobre una ampliación de gran tamaño de la foto tomada por Paganelli, calculando que el ojo del observador (en este caso la cámara fotográfica) estaría más o menos a 1.40 metros del suelo, y buscando los puntos de fuga de la perspectiva, por un procedimiento de inversión, se pudo llegar a reconstruir exactamente el plano frontal de la fachada”, describe Buschiezzo.
En la época en la que Paganelli sacó la foto, la casona que perteneció a la familia Laguna Bazán se encontraba destruida. El lluvioso clima tucumano y las características de los materiales de la construcción contribuyeron a un deterioro permanente, motivo por el cual el Gobierno Nacional la adquirió y comenzó tareas de acondicionamiento para instalar ahí las oficinas de Correos y Telégrafos Argentinos y las del Juzgado Federal. Se realizaron cambios interiores y se demolieron las columnas torsas que decoraban la fachada para incorporar seis ventanas e incluso dos leones acostados en su frente. Debido a su deterioro, en 1904 se decidió demoler el edificio en su totalidad, dejando en pie solamente el Salón de la Jura protegido por un gran templete al que se accedía atravesando un gran patio, coronado por los relieves en bronce de Lola Mora.
En 1941, la Casa fue declarada Monumento Histórico Nacional y comenzó a recuperar sus aspecto original, aquel desde el cual el 9 de julio de 1816 donde veintinueve representantes de las Provincias Unidas en Sud América reunidos en Tucumán declararon “a la faz de la tierra que, es voluntad unánime e indudable de estas provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli.”